miércoles, 8 de agosto de 2012

Amiga



Bienaventurada compañía, que en los lúgubres momentos apareciste como predestinada estrella que habría de velar mis acciones: inequívocas transformadas han sido.

He de agradecerte tu estadía junto a mí. No fuiste cosa banal, cual objeto desechable nuestra era considera, sino ese impulso majestuoso y auténtico cuyo infinito de probabilidades abriste en mí. Potencializaste toda particularidad intrascendente permitiéndome ver un gris otoñal transfigurado en un verde primaveral, esperanzado, hambriento de vivir y de conocer.

No eres sino el más deseable tesoro que uno añora encontrar. Disfrutar tu presencia es la mera divinidad, el cielo terrenal, el reino encontrado. Una sola palabra reconforta el más mínimo sentimiento amagado.

Vivir a tu lado ha sido mi más entrañable vocación: yo para ti, tú para mí.

Encuéntrome, pues, descubriendo ese horizonte que no me abandona y que redirecciona mi mal transitar, dándole así a mi vida una plenitud que no encontraré jamás.

martes, 7 de agosto de 2012

La complejidad comunicativa en la relación interpersonal

Este ensayo lo hallé cuando estaba en quinto semestre de la universidad. De nuevo les comparto algo que puede ser de interés.

Desde el origen humano, el hombre ha entablado comunicación entre los suyos, articulando no sólo una estructura compleja de signos, sino a una sociedad entera, llena de vida y tradición. Esa comunicación de costumbres y culturas ha solidificado a cada nación y la ha hecho permanecer hasta lo que ahora se conoce.
Como bien es sabido, el hombre ha evolucionado; por igual su lenguaje. Su uso es el que sigue latente: ahora, como en su inicio, ha servido para relacionarse y sobrevivir. En este intento de descubrir aquello que a las personas les permite acercarse entre sí Joseph Gevaert sugiere: “mediante el conocimiento y la palabra resulta posible llevar adelante un discurso humano, reconocer al otro, promoverlo en su humanidad” (2001). Pero ¿acaso es posible promover una humanidad en tiempos donde el individualismo es el auge? La tecnología y la ciencia han permitido al ser humano una gama de posibilidades y facilidades que han provocado, más que un avance, un retroceso humanizador.
La comunicación y el lenguaje han sido motivo de estudio, por lo que no hay que dejar de lado la influencia tecnológica en el mismo. Se ha privilegiado el diálogo computarizado muy por encima del interpersonal. No se trata de satanizar a la cibernáutica, pero sí de recuperar el éxito de una conversación de viva voz. La tesis fundamental de Martin Buber es que la relación con el tú no es solamente una relación entre los demás, sino la relación por excelencia, “el primum cognitum, el hecho primario de toda antropología y de toda filosofía” (Buber, 1994). Hay que tomar en cuenta que el ser humano, desde que existe en el vientre materno ya se identifica una correlación, un ser que necesita de alguien para poder subsistir; la comunicación personal es vital para la subsistencia de ese ser, de ahí continuará por el resto de su vida.
¿Por qué, entonces, la sociedad se empeña en eliminar esta interrelación? No es difícil adivinar: es mejor tener a un pueblo dividido y dominado a uno unido y dominante. El mismo descaro se ostenta latentemente en los eslóganes de ciertos aparatos, que por igual sus marcas lo pregonan: “iPod”, “iPhone”, “HP, la computadora ahora sí es personal”. Así, el hombre pierde conciencia de la realidad. Tan fácil es cortar la comunicación con alguien “cerrando la ventana” y “bloqueando ese contacto”. ¿Por qué cuesta trabajo comunicarse con el otro? Porque es una presencia diferente a las cosas inertes, no es algo que se pueda desechar al gusto, sino es una presencia que “irrumpe en mi existencia, se impone por sí mismo, se asoma con su propia luz, presentándose con innegable certeza. Se asoma como verdaderamente otro” (Gevaert, 2001). Por eso es tan complejo llevar una relación: exige la epifanía del rostro, que exige ser atendido. Su naturalidad no es algo que pueda manipularse, demanda respeto.

domingo, 5 de agosto de 2012

Cuentan de un sabio que un día

Aquí les dejo una sabia reflexión de Pedro Calderón de la Barca:

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.

El juego de Geri
 Una reflexión pragmática

http://img.photobucket.com/albums/v507/atoms2372/Vesti/geri.jpgEl juego de Geri es un entremés creado por la empresa Pixar (especializada en la producción de gráficos en 3D, fundada el 3 de febrero de 1986) ganadora del Premio de la Academia como mejor corto animado.
Es una historia sencilla acerca de una persona mayor (Geri) que juega ajedrez en un parque. El fondo otoñal acompaña la edad avanzada de este personaje. La mesa, las dos sillas y el tablero son los componentes de la historia. La disputa se da entre el Geri bueno (con lentes) y el Geri malo (sin lentes). Cada turno, el anciano se levanta de su silla para ir a la otra y continuar la jugada. Al final, el Geri bueno está al borde de la derrota y finge un ataque cardiaco, por el que el Geri malo se distrae y aquél aprovecha súbitamente para cambiar el tablero. El giro permite que el Geri bueno tenga todo la ventaja a su favor y gane la partida, por cual dichoso premio era una dentadura.

Su explicatura e implicatura.
                Si alguien viese el video desde el inicio no hubiese ningún problema en entender que los dos personajes son exactamente lo mismo. Por esta razón, el corto no repite la acción del anciano cambiándose de lugar cada jugada. Al contrario, rompería con el impulso de la trama. De hecho, los creadores se esfuerzan en dejar en claro que es el mismo Geri el que juega los dos papeles, pues los primeros movimientos son claramente lentos: estrategia mental, movimiento de pieza, gesto de conformidad, levantamiento y desplazo de lugar, sentado, estrategia mental, movimiento de… etc.
                En resumen, el contenido explícito es presentado con claridad en los primeros pasos. El implícito, durante el desarrollo. Problema sería aquel que inicia el video una vez pasado lo explícito. Tendría que redoblar sus esfuerzos racionales para entender el hecho.

La cortesía perdida en el perdedor.
                A pesar de que el Geri con lentes, el noble, el pasivo, es el bueno, no necesariamente es el cortés. Prácticamente su mirada está en el juego y no en la persona. El otro, a pesar de ser duro en sus jugadas siempre está al tanto de aquél. Recién el buen ventajoso Geri se recupera del infarto ficticio, el otro le sugiere continuar el juego con el gesto de la mano. Curiosamente al final, el Geri malo se molesta y el bueno cambia su rostro y lo mira… pareciera ser que lo cortés se tiene siempre y cuando se esté bien; y pareciera ser que lo cortés se pierde cuando se tiene una tribulación… ¿verdad o mentira?

jueves, 2 de agosto de 2012

Poema al celular


Desentrañando del baúl de los recuerdos encontré un ejercicio que realizamos en clase de Análisis e interpretación de obras en la Facultad de Pedagogía. Espero entiendan el desenlace trágico de este dispositivo.
 
"Ahogada"

Soledad, trémula voz se extraña
ahora lejos de ti me encuentro
ya no he de susurrarte a la oreja
con eterno desenfreno.

Si tocarte fue mi gozo
tocarte tuvo su pozo.
ahora, triste te invoco
doliente imparable eco.

Ya no he de despertar en la mañana,
ya no he de entretener mis ojos,
pues tu sonora voz se ahogó
en el abismo fúnebre de mi desecho.

El otro personaje


              En la construcción de un relato, la forma en que se configura el narrador es fundamental, pues, aunque se trata de un sujeto ficticio, sus puntos de vista se basan en la visión del mundo del autor y muchas veces refleja la postura de éste respecto al concepto de ser humano. El narrador determina el hilo de la acción en el mundo representado, pero asimismo evidencia elecciones del autor que están más allá de la historia narrada.
El narrador es el personaje creado por el autor con la finalidad de que éste relate la historia o diégesis (desarrollo narrativo de los hechos); para ello lo sitúa a disímiles distancias que le proporciona diversas perspectivas, desde las cuales muestra los hechos al lector.

Narrador
Definición
Ejemplo
Autodiegético
o protagonista
Las acciones, pensamientos y motivaciones de los personajes se nos brindan y dan a conocer por parte del protagonista. Usa la primera persona del singular: lo cuenta desde el “yo”. Está dentro de la historia. Expresa espontaneidad, da a conocer su intimidad y comunica lo que siente.
Sentí un apretón tan grande que pensé que me surraría en medio de la fiesta. Ante la mirada atónita de la condesa y el gobernador, salí corriendo hacia el baño con las manos en el vientre”.
Intradiegético
o testigo
Puede estar dentro de la trama o contemplar todo desde fuera; puede contar el relato refiriéndose a hechos presentes, o bien, evocando algunos presenciados en el ayer: relata el acontecer, tanto lo visto como los diálogos, en tiempo pasado. Su visión es limitada, no puede entrar en la interioridad de los personajes, sino sólo dar las acciones que realizan y que él ve desde fuera.
"- Mira y aprende, chaval - me dijo Johnson mientras acudíamos al encuentro de la condesa. De pronto, puso una mueca descompuesta y salió corriendo con las manos en el vientre. Poco antes de que se alejara sentí un olor nauseabundo".
Extradiegético
u omnisciente
El narrador cuenta los hechos sin ninguna alusión a sí mismo: está fuera de lo narrado. En cuanto a la información que posee sobre el asunto, él lo sabe todo, lo exterior e interior de los personajes. Conoce y expresa las acciones, los pensamientos y las motivaciones de los personajes.
“Johnson salió corriendo hacia el baño, tan rápido que no notó que por el camino se le había escapado una flatulencia, aunque los demás presentes sí que lo hicieron (a excepción del Dr. Miller, que había perdido el olfato en la guerra) Si hubiera sabido que el cocinero del bar de su casa tenía las mismas legumbres desde hacía un mes, probablemente no las habría pedido aquel mediodía”.

Bibliografía:
Lozano, L. (2007). Literatura I. México: Nueva Editorial Lucero.
Prado, M. (2010). Literatura I. México: ST Editorial.

martes, 31 de julio de 2012

"Leer para vivir"

Urgando hoy por la Web, encontré esta reflexión de Arnoldo Kraus:

No estoy seguro si uno se convierte en sus obsesiones o si las obsesiones se convierten en uno. Lo más probable es que ambas posibilidades sean factibles. Solemos repasar renglones viejos y procurar deseos incumplidos. Solemos abrir las mismas puertas y cerrar las mismas ventanas. Los goznes de la vida, casi desde que nacemos, son similares. Igual los pernos y tornillos de nuestras dos casas: la que habitamos y en donde dormimos, y la que alberga nuestro corazón, nuestros pulmones y las partes tangibles del alma. Somos casi siempre los mismos: las obsesiones nos siguen y nos abrasan, nos preguntan y nos construyen. Aunque dudar y disentir es uno de los mejores atributos del ser humano, muchas veces, las actitudes y las ideas repetidas son benéficas. Uno se construye andando de nuevo los viejos caminos. Uno se mira mejor cuando desanuda antiguas obsesiones para luego inventar otras.
La lectura ha sido para mí una obsesión. No sólo porque acompaña y pregunta. No sólo por su poder terapéutico o su ilimitada mirada. No sólo porque deviene alegría y siembra, sino porque detiene, un poco, el hedor de la maldad, la liviandad de los tiempos y la despersonalización del ser humano. Del ser humano, que embriagado por las bondades de la tecnología, olvida los renglones internos del ser y los renglones externos de la comunidad. La literatura, en cualquiera de sus formas, abre espacios que pueden amortiguar los excesos de nuestra especie y las mil y una sinrazones de la barbarie. Aunque es factible que haya sucedido en alguna ocasión, es poco probable que en una librería, en una biblioteca o en un aula universitaria se hayan fraguado guerras o actos de terrorismo.
Si leer humaniza, el lenguaje hermana. Como escribió Paul Celan, víctima del nazismo: “Algo sobrevivió en medio de las ruinas. Algo accesible y cercano: el lenguaje. Sin embargo, el lenguaje mismo tuvo que abrirse paso a través de su propio desconcierto, salvar los espacios donde quedó mudo de horror, cruzar por las mil tinieblas que mortifican el discurso. En este idioma, el alemán, procuré escribir poesía. Sólo para hablar, orientarme, inquirir, imaginar la realidad.” Celan tenía razón. El mapa humano requiere letras y arte para impedir que el mundo siga erosionándose.
Somos letras, somos oraciones y somos ideas que adquieren rostro tan sólo por haber sido pensadas. Siempre somos letras, comas, puntos suspensivos, signos de interrogación. Con los años, y con una dosis de suerte, nos convertimos en palabras, párrafos y luego en historias. Incluso, antes del nacimiento ya somos lenguaje: los progenitores suelen asignar, in utero, nombres y profesiones a los vástagos. Con el tiempo nos transformamos en ilusiones, deseos y obsesiones. Kronos, inefable testigo, se encarga de convertir nuestras vidas en historias, y en ocasiones, en literatura.
Nos reconocemos e identificamos en las novelas cuando hablan de amor o desamor. Vestimos la ropa de innumerables personajes chejovianos. Somos la imagen y la sangre, de las almas nostálgicas de tantas y tantas poesías que parecerían haber sido escritas por nosotros en las noches lluviosas. Somos también la pluma y la lucha del periodista sano. Somos espejo del ensayo profundo, cuando la glosa de ideas y pensamientos acercan el mundo a las personas e intentan detener las mermas de la desmemoria. Somos literatura porque la vida es la suma de muchas historias.
Los libros carecen de límites y de fronteras. Son atemporales porque recogen el pasado y lo depositan en el futuro. Son, también, presente: en ese tiempo, en ese espacio, en la mirada del lector, los libros adquieren cuerpo y los lectores se transforman en ideas. Los libros nos rescatan, nos hablan, nos permiten encontrar y encontrarnos. Son inagotables y son compañeros silenciosos, siempre prestos, siempre despiertos, nunca enojados.
En sus lomos el mundo y la historia trazan la geografía de la vida. En sus páginas, el autor desmenuza la memoria de su alter ego, de los otros, los otros ajenos y no ajenos, y de innumerables vidas que finalmente son las de uno mismo. Los libros no reclaman y son imperecederos. Nunca mueren, nunca finalizan. Releerlos muestra otros caminos y engendra nuevas y sanas obsesiones: ¿qué faltó? ¿por qué escribió el autor ese párrafo? ¿por qué calló mi personaje? En ellos, hablan las bisagras de nuestras casas, habita nuestra alma mater y se rejuvenecen las razones sanas de nuestras obsesiones.