Este ensayo lo hallé cuando estaba en quinto semestre de la universidad. De nuevo les comparto algo que puede ser de interés.
Desde el origen humano, el
hombre ha entablado comunicación entre los suyos, articulando no sólo una
estructura compleja de signos, sino a una sociedad entera, llena de vida y tradición.
Esa comunicación de costumbres y culturas ha solidificado a cada nación y la ha
hecho permanecer hasta lo que ahora se conoce.
Como bien es sabido, el
hombre ha evolucionado; por igual su lenguaje. Su uso es el que sigue latente:
ahora, como en su inicio, ha servido para relacionarse y sobrevivir. En este
intento de descubrir aquello que a las personas les permite acercarse entre sí
Joseph Gevaert sugiere: “mediante el
conocimiento y la palabra resulta posible llevar adelante un discurso humano,
reconocer al otro, promoverlo en su humanidad” (2001). Pero ¿acaso es
posible promover una humanidad en tiempos donde el individualismo es el auge? La
tecnología y la ciencia han permitido al ser humano una gama de posibilidades y
facilidades que han provocado, más que un avance, un retroceso humanizador.
La comunicación y el
lenguaje han sido motivo de estudio, por lo que no hay que dejar de lado la
influencia tecnológica en el mismo. Se ha privilegiado el diálogo computarizado
muy por encima del interpersonal. No se trata de satanizar a la cibernáutica,
pero sí de recuperar el éxito de una conversación de viva voz. La tesis
fundamental de Martin Buber es que la relación con el tú no es solamente una
relación entre los demás, sino la relación por excelencia, “el primum cognitum, el hecho primario de toda antropología y de toda
filosofía” (Buber, 1994). Hay que tomar en cuenta que el ser humano, desde
que existe en el vientre materno ya se identifica una correlación, un ser que
necesita de alguien para poder subsistir; la comunicación personal es vital para
la subsistencia de ese ser, de ahí continuará por el resto de su vida.
¿Por qué, entonces, la
sociedad se empeña en eliminar esta interrelación? No es difícil adivinar: es
mejor tener a un pueblo dividido y dominado a uno unido y dominante. El mismo
descaro se ostenta latentemente en los eslóganes de ciertos aparatos, que por
igual sus marcas lo pregonan: “iPod”,
“iPhone”, “HP, la computadora ahora
sí es personal”. Así, el hombre
pierde conciencia de la realidad. Tan fácil es cortar la comunicación con
alguien “cerrando la ventana” y “bloqueando ese contacto”. ¿Por qué cuesta
trabajo comunicarse con el otro? Porque es una presencia diferente a las cosas inertes,
no es algo que se pueda desechar al gusto, sino es una presencia que “irrumpe
en mi existencia, se impone por sí mismo, se asoma con su propia luz,
presentándose con innegable certeza. Se asoma como verdaderamente otro”
(Gevaert, 2001). Por eso es tan complejo llevar una relación: exige la epifanía
del rostro, que exige ser atendido. Su naturalidad no es algo que pueda
manipularse, demanda respeto.
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